jueves, 22 de febrero de 2018

Entrevistas: Esteban F. Ripa Mascaro, escritor y docente.“La literatura es una expedición a la verdad”

Esteban F. Ripa Mascaro es escritor, estudió en la Universidad Nacional de la Plata y es coordinador del taller literario denominado  El arte de la ficción, en el cual desarrolla y transmite a sus alumnos el aprendizaje para escribir cuentos y relatos breves,  además de novelas. En sus banner publicitarios afirma “La literatura es una expedición a la verdad”. Nos pareció muy interesante entrevistarlo para la Lupa de este mes.
“La literatura es una expedición a la verdad”, ¿es una frase tuya?
No, es una frase que le atribuyeron a Kafka; pero quién sabe…
¿Se lo explicas a tus alumnos o lo toman como una verdad absoluta?
Nunca me pidieron que se las explique. Tampoco creo que la hayan tomado como un máxima, y eso para mí es un alivio. Es una frase que me gusta, solo eso,  es así que cada tanto la utilizo como “slogan” para publicitar mis talleres de escritura.
Que el taller se denomine el Arte de la Ficción, y la frase hable de la verdad, ¿No crees que puede ser contradictorio?
No me parece una contradicción, hay que saber leer entrelíneas. A través de la ficción se han dicho muchas verdades, verdades parciales seguramente y aunque las hayan volcado en libros de ficción no por eso tan subjetivas u opinables. Novelas como las de Orwel se adelantaron a su tiempo y nos alertaban sobre cosas terribles que vendrían después. La naranja mecánica, Farenheit, American psycho… La Ciencia Ficción y la literatura en general hablan mucho sobre temas bien reales, es una verdad maquillada, distorsionada, pero que toca temas sensibles que la sociedad no tendría que dejar pasar. Hay mucha paradoja en eso de que lo fantástico hable sobre lo real; igual que con el binomio ficción/verdad; son términos que no se anulan.
Esos títulos que mencioné son ficciones especulativas, y salta a la vista que los autores mucho no se equivocaron. A veces la literatura es como un gran profeta de papel y tinta, incorpóreo pero muy sabio.
¿Cuál es tu formación literaria?
Estudié Letras, pero no terminé la carrera, me hartó. Ahí te enseñan cualquier cosa menos a escribir ficción. Fui alumno de varios talleres literarios, y de todos pude sacar algo. En algunos aprendí bastante. Leí mucha teoría por mi cuenta, investigué. Lo mío ha sido muy autodidacta. Aprendí leyendo con “ojos de escritor” más que de lector en estos últimos años y eso me sirvió muchísimo.
En lo personal, ¿llegaste a la verdad a través de tu literatura?
Uno aprende escribiendo, te metés muy dentro tuyo a la hora de crear pero como es algo que en el fondo es bastante lúdico no sentís dolor, revolvés cosas sin darte cuenta casi y por eso salís bastante inmune. Exorcizás fantasmas del pasado, confesás miedos, te adelantás a situaciones que sabes que te generarán conflicto, disyuntivas moletas. Tiene algo de catarsis la escritura. Pero todo trasladado a personajes que estás inventando así que no corrés peligro de exponerte a la mirada escrutadora de nadie.  Es divertido: te sincerás sin que ninguno lo note.
Sin irme del tema literario, ¿De qué otras formas pensás que se puede llegar a la verdad? (Religión, filosofía, Sicología, etc)
La verdad con mayúsculas no se alcanza nunca porque dudo que exista. Las religiones, la sociología, la psicología son maneras de acceder a verdades parciales, muy diminutas en algunos casos, sesgadas, precarias, que si uno las analiza con detenimiento cae en la cuenta que no te completan ni te satisfacen del todo. La verdad es tan fugaz como una mentira mal construida.
Cuando hablas de literatura, en esta frase, ¿haces una distinción entre leer y escribir?.¿Crees que, el que además de leer, escribe, tiene ventaja para llegar a esa verdad?.
Leer y escribir son dos caminos que en algún momento vos sabés que se van a bifurcar. Leyendo te embebes de un montón de miradas que te iluminan una parcela de algo y eso te genera ideas nuevas o versiones mejoradas o aumentadas de todo eso que te emociona o conmueve y que de pronto te urge volcar al papel y volverlas tuyas y novedosas, o eso pretendés. Crear es siempre recrear; escribir es casi siempre reescribir. Retomando: esto que te influenció necesitás escribirlo con tu lenguaje, con tu impronta, que nunca va a ser del todo original porque está contaminada por todo eso que leíste y te apropiaste. Leer y escribir te ayudan a reflexionar, a detener un rato la marcha y a hacer consciente un montón de cosas que uno solamente va rumiando pero que el vértigo que te impone la vida cotidiana no te quiere dejar ver. Así, todas esas revelaciones quedan atrapadas en una nube que no se evapora nunca si no te sentás y filtrás todas esas ideas en estado bruto o preconsciente. La realidad, si te viene en aluvión, te ciega; no te sirve para nada.
 Porque, a fin de cuentas, el ser productivo, ser útil obstaculiza el pensar, el indagar para acercarte a esas presuntas verdades de las que hablábamos y que  pretendemos alcanzar de una u otra forma. El estado meditativo es indispensable tanto para leer como para escribir, por eso la importancia de ambas actividades.
¿Qué resultados has obtenido desde que comenzaste con tus talleres?
Con los años obtuve algunas gratificaciones, algunas recompensas. Al principio fue duro; la inconstancia es un mal de muchos de los que se acercaban. Escribir es un proceso, y no todos lo entienden. Lleva tiempo y paciencia. Con mucho esfuerzo el año pasado pudimos editar la antología de cuentos del taller titulada “Artilugios. Veinte explicaciones de cosas que no son”. Nueve autores, todos participantes del  taller, que aportaron textos para armar un libro sólido y coherente. Veinte cuentos muy trabajados y bien construidos que nos están trayendo grandes satisfacciones. Mis alumnos son mi orgullo; su constante crecimiento así como las ganas de irse superando me asombran y estimulan para seguir por esta senda que decidí tomar hace ya seis años.
¿A partir de cuándo, crees que una persona es considerada escritor?
Es un tema que da para debate y que ha suscitado airadas discusiones, todas inútiles. Imagino que se es escritor cuando sos consciente de  que estás escribiendo para llegar al otro, desde el momento que deseás ser leído y que tomás consciencia que tenés que esforzarte para ofrecer algo digno y con determinada estética para que ese “producto” sea atractivo, apetecible, que termine siendo sincero con vos mismo, con lo que querés de él.
Que irradie cierta energía que desee ser poseída. Que sea un puente entre dos miradas distantes que luego deseen acercarse, ser cómplices.
¿Tu literatura que influencias tiene?
Tiene miles. Leí clásicos, contemporáneos, leo lo último. Me la paso leyendo tanto por mi trabajo como por puro hedonismo. Supongo que de la mayoría he extraído cosas que me han hecho lo que soy. Toda lista es excluyente y no quiero ser injusto con algunos que me han regalado su genialidad y esplendor en dosis extremadamente generosas. Que me han empujado a escribir pese a todo y no querer parar.
¿Tenes algún prejuicio con algún género literario en particular por considerarlo como un género inferior?
No soy quién para afirmar que hay géneros menores. Hay géneros que no me seducen como el porno- soft o algunas novelas históricas. Casi no los leo porque no me gustan, pero no los juzgo ni los cuestiono.
¿Sos de clasificar, la literatura y la no literatura?
No. Eso se los dejo a otros que tendrán más tiempo que perder.
Según tu criterio, ¿cómo evaluas si alguien es un buen escritor?. ¿Cuáles son los parámetros?
Es difícil hacer esa evaluación sin caer en las sentencias, que por lo general son ridículas. Me surgen estar preguntas: Buen escritor es aquel que te gusta, que te genera placer,  aquel que te complace; o es aquel que te interpela, aquel que te dice lo que no sabés o te negás a querer ver? ¿Buen escritor es aquel que con cada libro va profundizando aquello que sabe que “hace bien”; o es aquel que arriesga, que experimenta con cada nueva obra por el solo hecho de querer reinventarse?
A mí me gustan los escritores que cuentan historias y a la vez que no desdeñan la forma, el estilo. Prefiero leer buenos libros que a buenos escritores (es interesante cuando la genialidad del escritor queda opacada por la obra).
Un buen libro, según mi criterio, es aquel que te quita la respiración. El que te hace sonreír y te hace temblar de bronca o de miedo. Un buen autor, por lo mismo, es el que te genera empatía o antipatía- o las dos cosas a la vez-, no el que te deja neutro, sin opinión. A mí me encantaría que algunos escritores sean mis amigos en la “vida real”; a otros me gustaría encararlos y exigirles que me den buenas razones para no arremangarme la camisa y disponerme  a darles una paliza inolvidable
¿Cuando das tus cursos, como evitas que tus alumnos se parezcan a vos, a tu estilo, y logras que se parezcan a si mismos?
Yo procuro que no se parezcan. Que desarrollen un estilo propio. Por eso les muestro todo un abanico de cómo podrían resolver una historia x; trato de mostrarles que nada es unívoco, que todo en literatura es materia opinable, que con distintas herramientas se puede llegar a un mismo resultado, siempre exitoso. Yo aconsejo, sugiero, no alecciono. Trato de explotar sus virtudes y que minimicen sus defectos o imperfecciones, que aprendan del compañero, que se apoyan en ellos. Si, por ejemplo, les encuentro una virtud que yo no tengo lo aliento para que siga por ahí, la profundice. Me encanta que los alumnos superen al maestro. Que sean bien distintos a mí.
Tu libro “Caprichos artista del invento” ¿de qué se trata? ¿Qué significado tiene el título?
Es un libro de relatos (12). Uno de ellos lleva ese título. Es un cuento que disfruté mucho escribir y que siento que en cierta medida me representa. Y hay una declaración de principios, una concepción de lo que es ser escritor de ficciones. El autor- los escritores en general- tiene la potestad de hacer lo que quiere con lo que cuenta, es un titiritero. Es caprichoso, es arbitrario, en cierto punto es un demente y un manipulador. Su versión de los hechos es la “verdad de los hechos” y el lector debe creerle, debe firmar un contrato implícito si quiere llegar hasta el final de la lectura. El caprichoso artista del invento no tiene casi ninguna certeza pero quiere que los demás sí las tengan. “Su” texto, su discurso,  podría certificar o no si es un buen inventor de realidades. Es un mal bicho y a la vez un desgraciado, un padeciente. Es una figura que me gusta encarnar y a la par me asusta. Si no sos artista del invento, tus textos, como castigo, terminarán siendo mediocres, podría pensar este personaje, el de mi cuento, tan frágil como ostentoso o creído de sí mismo.
Hacenos un raconto de tu producción literaria
Escribo desde los diecisiete años o incluso antes, pero recién me decidí a publicar a fines del 2015. En el 2016, en estado febril, escribí en el término de seis o siete meses  nueve o diez relatos. De ahí ocho pasaron a formar parte del libro. Los demás eran cuentos “viejitos” a los que corregí bastante; les di una buena lavada de cara antes de que salieran a la palestra junto con los otros.
¿Cuáles son tus aspiraciones futuras en la literatura.?
Deseo seguir escribiendo y seguir publicando. Tengo en mente un  libro de cuentos más largos. Cuatro o cinco en que los personajes que hay en uno aparezcan en otro o algo así y que se vinculen de diferentes formas. Como actores que entran y salen del escenario y que cumplan papeles distintos, se transformen, muten. Vamos a ver qué sale, de a poco se va prefigurando en mi cabeza pero aún está todo en estado muy embrionario.
Gracias Esteban, por tu participación en La Lupa Cultural.
ALFREDO LEGNAZZI
PERIODISTA - ESCRITOR

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